lunes, 13 de febrero de 2012

Alicia Gutiérrez


GUTIERREZ, Alicia (2004): Pobre: Como siempre… Estrategias de Reproducción social en la pobreza- Edit.Ferreyra- Córdoba-Argentina-ISBN N°987-1110-12-x


CAPÍTULO I: POBREZA, MARGINALIDAD, ESTRATEGIAS: LAS DISCUSIONES TEÓRICAS DEL ANÁLISIS

1. 1. Acerca de la noción de “pobreza”
“Pobreza”[1]  es una categoría fundamentalmente descriptiva: “pobre es aquél que en comparación con otros individuos de su sociedad alcanza, de una serie de rasgos tomados como categorizadores, los más bajos niveles” (Jaume, 1989: 26). Con ello, pobreza remite a ciertas carencias de bienes y servicios mínimos que determinada sociedad considera como indispensables para todos sus miembros.
Además de la caracterización por las carencias, es necesario recordar que pobreza es un concepto relativo (Bartolomé, 1986; Herrán, 1972; Jaume, op. cit.; Paugam, 1998; Dieterlen, 2001). En diferentes etapas históricas la pobreza corresponde a realidades diferentes que obligan a medirla también con parámetros diferentes:[2]  “se trata de un concepto relativo y relacional que implica la existencia de otros que son ‘ricos’, o que por lo menos no son pobres. En su núcleo de significado se encuentra la noción de carencia” (Bartolomé, op. cit.: 1).
De este modo, en cada sociedad se marcan pautas mínimas de calidad de vida para sus miembros, y aquellos que no las pueden obtener o disfrutar son los considerados “pobres”. Por ello, no es posible establecer en abstracto, es decir, fuera de determinadas condiciones espacio-temporales, indicadores por debajo de los cuales situar a los pobres, sino que éstos se establecen históricamente. Así, retomando a Sahlins, puede decirse que “la población más primitiva del mundo tenía escasas posesiones, pero no era pobre. La pobreza no es una determinada y pequeña cantidad de cosas, ni es sólo una relación entre medios y fines; es sobre todo una relación entre personas. La pobreza es un estado social. Y como tal es un invento de la civilización” (Sahlins, 1977: 52).
Por otro lado, el contenido del concepto de “pobreza” abunda en controversias. Desde la formulación individualista de los economistas clásicos, para quienes la pobreza es funcionalmente necesaria, no sólo porque impide un crecimiento demográfico excesivo sino también porque incita a los individuos al trabajo –al convertirse en una amenaza-, es decir, como una suerte de sanción que castiga la pereza, la negligencia y la ignorancia, a la imputación de las causas a la organización misma de la sociedad, como en la formulación marxista, donde la pobreza es el producto directo del modo de producción capitalista y condición necesaria –en cuanto resultante del proceso de acumulación del capital- (Herrán, op. cit.), pueden encontrarse distintas combinaciones que acentúan, ya sea las condiciones sociales y económicas, ya sea las características de los individuos que sufren tal situación y serían, con ello, responsables de la misma.
En general, las diferentes posiciones reconocen que la pobreza se identifica con nociones tales como la de privación, de ausencia, de carencia, pero los desacuerdos son importantes cuando se pretende precisar cuáles son los elementos que autorizan a identificar un determinado estado de situación como de “pobreza”, o cuando se distingue entre la mera posesión de esos elementos y las efectivas posibilidades y aptitudes para hacer un uso conveniente de ellos, o cuando se pretenden definir las relaciones de distribución que explican las situaciones de pobreza y riqueza: todas estas controversias alimentan diferentes estrategias de políticas públicas para enfrentar el problema (Lo Vuolo et al., op. cit.).[3]  En este sentido, es importante señalar que la literatura crítica actual sobre las diferentes problemáticas asociadas a la pobreza liga esta noción a la de “desigualdad”,[4] subrayando que “si bien es cierto que conceptos como pobreza, desigualdad y necesidades básicas tienen una dimensión valorativa, también es cierto que primeramente tienen contenido descriptivo, puesto que se refieren a una condición de bienestar material en un tiempo determinado, susceptible de ser medido” (Dieterlen, op. cit.: 15).
Siendo un concepto descriptivo más que explicativo, la preocupación central que gira en torno a este concepto es la de “medir” la cantidad de pobres o el llamado método “de contar cabezas” (Lo Vuolo et al., op. cit.). Fundamentalmente, la medición del tamaño de la pobreza reconoce en la literatura dos aproximaciones diferentes.[5] La primera de ellas, llamada línea de pobreza (LP), presupone la determinación de una canasta básica de bienes y servicios, teniendo en cuenta las pautas culturales de consumo de una sociedad en un momento histórico determinado. Una vez valorizada la canasta de bienes y servicios se obtiene dicha línea de pobreza.[6]  Según este criterio entonces, serían “pobres” aquellos hogares con ingresos inferiores al valor de la línea de pobreza, en la medida en que no pueden cubrir el costo de esa canasta básica con sus ingresos. La “línea de pobreza” está asociada a la llamada línea de indigencia, que implica la definición de un menor valor.[7]
La segunda aproximación, la de las necesidades básicas insatisfechas (NBI), remite a aquellas manifestaciones materiales que ponen en evidencia la falta de acceso a ciertos tipos de servicios tales como la vivienda, el agua potable, la electricidad, la educación y la salud, entre otros. Este método requiere la definición de niveles mínimos que indican una valoración subjetiva de los distintos grados de satisfacción de necesidades consideradas básicas en determinado momento de desarrollo de una sociedad. En consecuencia, aquí serían “pobres” aquellos hogares que no alcanzan a satisfacer algunas de esas necesidades definidas como básicas (Minujin, 1993b).[8]
A pesar de estar trabajando con el mismo problema, diversos estudios (Beccaria y Minujin, 1985; Katzman, 1989; Desai, 1990; Minujin, 1991) demuestran que no evalúan situaciones iguales y que existen importantes diferencias en la medida de la pobreza, según el método que se utilice. Estos métodos reflejarían dos fenómenos diferentes. Las diferencias obedecen a que con el criterio de NBI se estaría detectando a los llamados pobres estructurales –que poseen una vivienda deficitaria, o bajo nivel educativo u otras características-, mientras que con el criterio de LP, al caracterizar a los hogares como pobres de acuerdo con el ingreso total percibido, se detectaría a los hogares pauperizados, de particular importancia en el caso argentino (Minujin, 1993a).
El conjunto de los hogares pobres según el criterio de NBI delimita la situación de pobreza estructural, mientras que el de los que se ubican por debajo de la LP, pero que no sufren ninguna de las carencias tomadas en consideración por el indicador de NBI, corresponde al grupo pauperizado, que incluye a los nuevos pobres.[9]
Además de que ambos métodos presentan una serie de limitaciones, algunas relativas a los métodos en sí, otras propias de las metodologías cuantitativas,[10] lo que me interesa reforzar aquí es la idea de que “pobreza” es una categoría fundamentalmente descriptiva, que permite, de algún modo, calificar las condiciones de existencia concretas de determinados grupos sociales, por comparación con otros grupos de la misma sociedad que no son pobres. “Pero por este camino no es posible avanzar demasiado en la búsqueda de los mecanismos que propicia la emergencia de la pobreza y determinan su permanencia” (Jaume, op. cit.: 26).
En otras palabras, apelando a la categoría “pobreza” podremos describir las condiciones de existencia de ciertos grupos sociales definidos como pobres según una serie de indicadores, pero no podemos avanzar en la búsqueda de elementos explicativos y comprensivos que permitan dar cuenta de las causas de la pobreza, de los lazos estructurales que ligan a pobres y ricos de una determinada sociedad y de la manera como los pobres estructuran un conjunto de prácticas que les permiten reproducirse socialmente en tales condiciones.


[1] Un análisis de las diferentes acepciones que el término “pobreza” fue adquiriendo históricamente puede verse en Hobsbawm (1976). También puede encontrarse una referencia histórica respecto a la conceptualización de la pobreza, tanto en el ámbito mundial como respecto a América Latina –haciendo hinca- pié en los fenómenos conocidos como de “nueva pobreza”- en Murmis y Feldman (1993), especialmente pp. 47-56 y 87-89. Acerca de los usos ideológicos del concepto de pobreza y sus sujetos sociales (la visión evangélico-revolucionaria; la visión picaresco-romántica y la visión sociológica), puede verse González (1993). Otra síntesis breve de las distintas concepciones ideológicas que subyacen a las maneras de conceptualizar la pobreza, desde las justificaciones derivadas de la doctrina cristiana hasta la actualidad, en Vázquez (1997). Las visiones prevalecientes en América Latina sobre el fenómeno de la pobreza y las consecuencias políticas que se derivan de ellas –que retomaré más detenidamente en el capítulo siguiente- pueden verse en Lo Vuolo et al. (1999), especialmente capítulo IV.
[2] Jaume (op. cit.) señala que el campesino medieval europeo era pobre en relación con otras clases de la sociedad feudal y que, en la actualidad, los denomi- nados “pobres urbanos” de los países del Tercer Mundo, lo son en relación con las otras clases de las sociedades capitalistas en las que viven. Y ello es así indepen- dientemente de que los niveles de consumo de los pobres actuales puedan ser muy superiores a los de los pobres medievales.
[3] Para un análisis de las diversas posiciones (la economía del bienestar, la perspectiva de las necesidades básicas, la perspectiva de las capacidades de fun- cionamiento) puede verse ídem, pp. 19-46.
[4] En el campo de las ciencias sociales latinoamericanas caben destacar los diferentes artículos que fueron discutidos en el “Segundo Encuentro Nacional por un Nuevo Pensamiento”, en Buenos Aires, noviembre de 1999 y que fueron publicados bajo el nombre Democracia, Estado y Desigualdad (Lozano, 2000). Asimismo, diferentes abordajes críticos de situaciones que comprometen a distintos países de América Latina fueron tratados en el Seminario Latinoamericano del Grupo de Trabajo “Pobreza y Políticas Sociales” de CLACSO, realizado en México, en octubre de 1999 y compilados bajo el título Pobreza, Desigualdad Social y Ciudadanía. Los límites de las políticas sociales en América Latina (Ziccardi, 2001).
[5] Referencias más precisas respecto a este problema pueden encontrarse en Rowntree (1951), Sen (1981) y Townsend (1979), citados por Minujin (1993b). Un análisis detallado sobre la construcción de indicadores para medir la pobreza, guiado con la intención de resaltar la relación que los mismos tienen con los con- ceptos de pobreza y con el diseño de políticas orientadas a la atención del proble- ma de la pobreza, puede verse en Lo Vuolo et al., op. cit., capítulo II (especialmente referido a la situación internacional) y capítulo V (especialmente en relación con la medición de la pobreza en Argentina).
[6] El antecedente más antiguo de este método de medición se encuentra en Inglaterra, donde Charles Booth describió la situación social de Londres compa- rándola con la línea de flotación de un barco, distinguiendo entre los que estaban por encima y los que estaban por debajo de la “línea de pobreza” (Vázquez, op. cit.).
[7] En 1970 se realizó en Argentina la primera medición utilizando el método de “línea de pobreza”. Como resultado se estimó que sólo eran pobres 5 de cada
100 hogares urbanos y 19 de cada 100 rurales. En 1993, el valor de la LP estimado por el gobierno era de alrededor de 420 dólares para una familia de cuatro miem- bros (dos adultos y dos niños); para 1996 la LP estaba dada por un ingreso menor a 465 dólares, en tanto que la línea de indigencia se fijaba en 207 dólares (Váz- quez, op. cit.); para 2002, 598,75$ marca el límite de la pobreza, mientras 252,64$ señala el de indigencia (Lozano, 2002).
[8] En 1984 se elaboró el primer mapa de la pobreza en Argentina, utilizando el Censo de Población y Vivienda de 1980 y el método de NBI. Del análisis surgió que el 23 % de los hogares argentinos eran pobres, evidenciándose también las enormes diferencias sociales, según la distribución regional. El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos señala que “el concepto de pobreza es esencialmente nor- mativo; se considera pobre a quien no obtiene o no puede procurarse recursos suficientes para llevar una vida mínimamente decorosa, de acuerdo a los estánda- res implícitos en el estilo de vida predominante en la sociedad a la que pertenece” (INDEC, 1994: 9). A partir de esta definición, se considera que la delimitación de situaciones de pobreza puede llevarse a cabo con un grado razonable de objetivi- dad, recurriendo al concepto de necesidades básicas. Se toman como tales a los “niveles mínimos de satisfacción de requerimientos por debajo de los cuales se ve amenazado el funcionamiento y desarrollo de la vida humana en sociedad”. Ho- gares con NBI serían aquellos que: “a) tuvieran más de tres personas por cuarto; b) o habitaran una vivienda de tipo inconveniente (pieza de inquilinato, vivienda precaria u ‘otro tipo’, lo que excluye casa, departamento o rancho); c) o no tuvie- ran ningún tipo de retrete; d) o tuvieran algún niño en edad escolar que no asista a la escuela; e) o bien aquellos donde hubiere cuatro o más personas por miembro ocupado (lo que equivale a una tasa de dependencia de tres inactivos por miembro ocupado) y, además, cuyo jefe tuviera baja educación (o sea nunca asistió a algún establecimiento educacional o asistió, como máximo, hasta segundo año del nivel primario”. (Ídem).
[9] La “pobreza estructural” se refiere a la pobreza de larga data, mientras que la “nueva pobreza” es la surgida con motivo del proceso de empobrecimiento sufrido en los últimos años en nuestro país. Los “nuevos pobres” se asemejan a
los “no pobres” en una serie de aspectos socioculturales que los muestra con una historia diferente a la de los “pobres estructurales”.
[10] Un análisis detallado de esas limitaciones puede verse en Vázquez (op. cit.), Lo Vuolo et al. (op. cit.), Minujin (1993d), Beccaria y Minujin (op. cit.).

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