martes, 14 de febrero de 2012

Howard Becker (complementario)


http://edant.revistaenie.clarin.com/notas/2010/02/21/_-02143757.htm

Las paradojas de la desviación

El libro Outsiders, de Howard Becker, inauguró, en los 60, una nueva corriente sociológica, al estudiar formas diversas de apartarse de las normas sociales, no siempre asociadas al delito.

Por: Marcelo Pisarro
LA MANO DE DIOS. Maradona en México 86: el que se desvía de las normas puede ser considerado un tramposo o un ídolo nacional.
Pregunta: ¿Qué pasa con Mozart?
Respuesta: ¿Qué pasa con Mozart?
Pregunta: ¿Qué pasa con el asesinato?
Respuesta: ¿Qué pasa con el asesinato?
Podría sugerirse que cuando se responde a la pregunta con la misma pregunta, a la que se agrega una leve inclinación de hombros, se está un paso más cerca de los estudios sobre desviación. ¿Qué pasa con Mozart? Es un genio. ¿Qué pasa con el asesinato? Está mal. Sí, bueno. Mozart es un genio sólo si te interesa el cromatismo, si te gusta el período clásico de la música occidental o si te parece que es un genio porque escuchaste toda tu vida que es un genio. El asesinato se paga con prisión si –digamos– atropellás con el auto a una anciana indefensa que salía del supermercado sólo porque no te agradó el sombrero que llevaba. Pero si asesinás a muchas personas en una guerra probablemente te den medallas, los dignatarios te estrechen la mano y las chicas quieran irse contigo a la cama. Vaya, serás un héroe.

Mozart y el asesinato se desvían de la normalidad (ya sea por lo genial, ya sea por lo punible), y la sola aceptación de este enunciado supone la construcción procesal y relacional de ciertas etiquetas: "normal", "desviado".

Desviarse de la norma excede, pues, el hecho de cometer un acto criminal. Se puede robar un banco, que significa ir a la cárcel y ser etiquetado como delincuente. Pero también se pueden ver unicornios por la calle, lo que significa ir al manicomio y ser etiquetado como loco. O eructar en la mesa y ser encasillado como maleducado. Resolver problemas matemáticos a muy temprana edad y ser categorizado como niño prodigio. Hacer un gol con la mano en un partido de fútbol y ser rotulado como tramposo (o ídolo nacional, se sabe). Teorema de Thomas: si las personas definen las situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias. Si definís a alguien como villero, si le colocás esa etiqueta, las consecuencias son reales: aspirará a empleos mal pagos, será un eterno portador de cara, no podrá ingresar a ciertos salones de baile.

Probablemente pocos estén en desacuerdo con estas proposiciones: que los grupos sociales establecen reglas, que esperan ponerlas en práctica, que definen lo correcto y lo incorrecto, lo permitido y lo prohibido, lo normal y lo desviado, que etiquetan a los actores sociales según el cumplimiento o el incumplimiento de esas reglas. Sin embargo, hasta hace medio siglo, la desviación se estudiaba académicamente desde otra perspectiva: como problema social a resolver. Un desviado era un criminal y un criminal era aquello que las instituciones encargadas de determinar qué era un criminal habían etiquetado como tal. Nadie se preguntaba: ¿qué es un desviado? Más bien: ¿qué hacemos con el desviado?

Aunque había antecedentes (Frank Tannenbaum en 1938, Edwin M. Lemert en 1951), el cambio de paradigma llegó en 1963 con la publicación de Outsiders, el libro del sociólogo norteamericano Howard S. Becker.

"Outsiders era diferente de esos abordajes en varios sentidos –explica Becker en el prólogo de la edición que acaba de publicar Siglo Veintiuno–. Uno de ellos es que fue escrito de forma un poco más clara que los textos académicos habituales. No me arrogo crédito por ello. Tuve buenos maestros, y mi mentor, Everett Hughes, quien supervisó mi disertación de doctorado y con quien trabajé en estrecha colaboración en posteriores proyectos de investigación, era un fanático de los textos claros. El insistía en que era totalmente innecesario utilizar términos vacíos y abstractos cuando existían palabras simples para expresar lo mismo. Así que mi reflejo fue siempre buscar la palabra más directa, la frase corta y el modo declarativo".

Becker, compañero de estudios de Erving Goffman, coqueteando con el incipiente interaccionismo simbólico, educado en la tradición de sociología urbana de la Escuela de Chicago (la de Robert E. Park, Ernest Burgess, George Herbert Mead, W. I. Thomas, Hughes), investigó el consumo de marihuana entre los estudiantes universitarios, la vida de los músicos que tocaban en bares de poca monta, las inadvertidas transgresiones cotidianas. Outsiders se volvió un pequeño clásico de las ciencias sociales, y aunque al tiempo Becker se desentendió del tema, se lo sigue tomando como referente de la sociología de la desviación e iniciador de la teoría del etiquetado. No le hace mucha gracia.

Desde entonces trabajó en varias especialidades de la sociología, en especial del arte, y compuso buenos libros sobre metodología de la ciencia, sobre música, sobre escritura científica. Junto a Outsiders, Siglo Veintiuno también publica en español Trucos del oficio, libro de 1998 con montones de trucos de sociología: "Ahora ustedes conocen todos, o la mayoría, o, en cualquier caso, un gran número de los trucos que yo conozco. Leer acerca de esos trucos no les hará demasiado bien. Quizás se entretengan. Quizás aprendan algo. Pero, en realidad, no sabrán cómo hacerlos. En realidad no serán de ustedes. La única manera de aprender a hacer estos trucos y apoderarse de ellos es convertirlos en una rutina diaria. En otras palabras, practicar. Como el pianista practica las escalas. Como el golfista practica el swing. No dejen pasar un solo día sin hacer alguno de ellos (mejor dicho, varios)".

Cada dos por tres alguien va a tocarle el timbre para preguntarle por Outsiders o por la desviación o por las etiquetas. Becker cierra el piano (es un consumado pianista de jazz) y responde –por mail en este caso– de buena gana las mismas preguntas. Tiene práctica.

-Existe un consenso respecto a que "Outsiders" es un libro "clásico". ¿No está buenísimo haber escrito un libro clásico?

-Sí y no. La vida continúa, y yo de alguna manera dejé de trabajar con los problemas que trataba Outsiders. Así que ahora, cuando me preguntan por el libro, debo confesar que fue escrito en una época diferente, y que desde entonces se trabajó mucho sobre esas preguntas y que no estoy familiarizado con las discusiones posteriores. Por otro lado, por supuesto que es agradable saber que algo que escribí todavía es leído y despierta curiosidad. Hice ese libro para satisfacer mi propia curiosidad intelectual y ésa es la mayor gratificación.

-¿Qué es un libro "clásico" en las ciencias sociales?

-Esto es un problema de etiquetado en sí mismo. Me parece que un clásico –ésta es una definición entre muchas otras posibles– es un libro que les dice a los lectores algo que hasta entonces no sabían, quizás les ofrece una nueva manera de mirar las cosas que no tenían hasta ese momento, y eso continúa siéndoles útil a lo largo del tiempo.

-En tal caso, ¿qué les dijo "Outsiders" a los lectores? ¿Qué tradición cree que rompió, continuó, comenzó o recomenzó?

-El estudio del mal comportamiento se había vuelto dominante en una especialidad llamada criminología, que estaba muy relacionada con la policía, los tribunales y las prisiones, y tomaba sus problemas como propios. La tradición sociológica fundamental contiene la noción (debida al sociólogo norteamericano W. I. Thomas) de que las situaciones que las personas definen como reales tienen consecuencias reales, que las personas definen situaciones de una manera determinada y que otras personas son afectadas cuando lo hacen. El "etiquetado" fue una reafirmación de esa idea en áreas que habían sido monopolizadas por la criminología. Así que podría decirse que Outsiders recomenzó una vieja tradición en esas áreas. Y sumó, al problema en cuestión, algo más que supuestas violaciones a las leyes criminales: incluyó violaciones de todo tipo de reglas en todo tipo de situaciones.

-Sin embargo, en la práctica cotidiana, ¿no se sigue relacionando "desviación" con "criminalidad"?

-No, creo que la gente entiende esta diferencia. Seguramente gracias al trabajo de mi compañero de clases de Chicago, Erving Goffman.

-Algunos actos desviados sí suponen criminalidad. No hablamos de Mozart, sino de asesinatos. ¿Cómo se articula el conocimiento académico de la desviación con las políticas públicas?

-Nunca tuve muchas esperanzas en que pudiera haber un diálogo serio entre las ciencias sociales y la política. Las personas que ejercitan el poder usualmente no están en busca de conocimiento; buscan argumentos para mantener sus medidas políticas. Así que el intento de que se tomen en serio lo que las ciencias sociales han aprendido suele estar condenado.

-Desde una perspectiva sociológica, ¿cuál es el alcance de los conceptos de "etiquetado" y "desviación"?

-Me parece que una aproximación general correcta es la idea de "definición", de categorizar cosas y describir a los miembros de esa categoría. Las personas lo hacen todo el tiempo, en todo tipo de situaciones. Por ejemplo, desde hace muchos años trabajo principalmente en la sociología del arte, y la aplicación de ese mismo tipo de pensamiento en esta área nos permite observar e identificar como problema de investigación a quienes definen qué tipo de objetos y actividades son "arte".

-¿Y cuál es el límite de esta idea?

-El punto en el cual no ayuda a entender mejor las cosas.

-No parece muy satisfecho con la "teoría del etiquetado" de la que se lo hace responsable.

-Nunca me gustó esa expresión, pues aquello a lo que el término se refería no era una teoría. Más bien, se trataba de una manera de mirar las cosas, y no cargaba con el bagaje que supone una teoría.

-Además de "teoría del etiquetado", su nombre y su obra se relacionan con el interaccionismo simbólico, la sociología urbana, escuela de Chicago, etc. ¿Qué tal se lleva con estas etiquetas?

-Un colega me dijo una vez: "No sos un muy buen 'ista', ¿no te parece?". Quería decir: ninguna lealtad con ninguna escuela de pensamiento. Es bastante justo, una acusación de la que me declaro culpable. No permito que otros definan lo que hago o lo que soy con etiquetas como éstas. Sólo acepto ser llamado "sociólogo".

-Usted suele insistir, lo hace en "Trucos del oficio", en la importancia de la práctica. ¿Es necesario seguir recordándolo?

-Siempre es necesario relacionar las actividades con las ideas, la sociología no es una colección incorpórea de ideas, sino una actividad de búsqueda, pensamiento, escritura, discusión. Hacemos mejor nuestras actividades si las practicamos una y otra vez en muchos tipos de situaciones. En este sentido, la sociología no difiere de tocar el piano.

-Pensando en su truco de Wittgenstein (separar lo contingente de lo nuclear en una idea), ¿qué podemos quitarle al texto sociológico y aún así seguir teniendo un texto sociológico?

-Creo que podemos sustraer la afiliación profesional del autor (que es de la manera en que ungí como sociólogos a artistas como Hans Haacke, Georges Perec, Italo Calvino o Davin Antin); la presencia de referencias claramente etiquetadas de Marx, Weber y Durkheim, que se han vuelto casi obligatorios en la sociología contemporánea; y otras. Siempre estuve a favor de que cada cual haga las cosas como mejor le parezca, y entonces tenga que lidiar con los problemas creados por su propia versión del trabajo sociológico. ¿Conocés el viejo dicho? "Llevate lo que quieras... y pagalo". Si, entre nosotros, tratamos todas las posibilidades, maximizamos las chances de que se haga un buen trabajo.

lunes, 13 de febrero de 2012

Samuel Amaral


SAMUEL AMARAL
Recomendaciones para escribir la monografía
(También reseñas, estados de la cuestión, proyectos de investigación y tesis)
15ª ed., 16 de agosto de 2006.

Introducción
Estas recomendaciones son sólo recomendaciones, pero sirven para escribir con mayor claridad, elegancia y eficacia. En cuanto al lenguaje, se ajustan a las efectuadas por autores que se han ocupado del uso instrumental del lenguaje con estos fines. En cuanto a la estructura, a las de los principales textos que tratan acerca del trabajo intelectual. En cuanto a las referencias, a las convenciones usadas por las principales revistas y editoriales académicas de la especialidad.

I. Lenguaje
1. La oración
- Evitar las oraciones demasiado largas.
- La oración debe tener sentido por sí sola. Evitar la deriva del sentido.
- Comprobar que cada oración tenga sujeto, verbo y predicado.
- El número del sujeto determina el número del verbo.
- Comprobar la coordinación de los tiempos verbales.
- No separar una oración en dos partes con punto.
- No usar coma para separar oraciones, sino punto.
- Evitar la interrupción de la oración con aclaraciones entre comas, guiones o paréntesis.
- No separar sujeto y verbo con coma.

2. Composición y estilo
- Hacer del párrafo la unidad de composición. Los párrafos no deben tener una extensión menor de cinco líneas. También se debe evitar los párrafos demasiado largos.
- El comienzo de cada párrafo debe servir par mantener la línea argumental.
- Usar la voz activa.
- Poner las declaraciones en forma positiva. Evitar la forma: “No solamente... sino...”
- Usar un lenguaje concreto.
- Evitar el abuso de la metáfora.
- Evitar las palabras innecesarias.
- Expresar ideas coordinadas en forma similar.
- Mantener juntas las palabras relacionadas entre sí. El adjetivo debe de estar junto al sustantivo al que califica y el adverbio junto al verbo o adjetivo que modifica.
- Evitar una sucesión de oraciones sueltas.
- Evitar los calificativos.
- Evitar explicar demasiado. Hay que pensar qué conoce el lector al que el trabajo está destinado, para evitar aclararle lo que es obvio.
- Asegurarse de que el lector sepa quién está hablando (de quién es la voz). Las comillas se usan para darle la voz en un texto a otra persona distinta de su autor.
- Evitar las palabras de moda y las expresiones coloquiales.
- Evitar los atajos a expensas de la claridad. Recordar que el lector sabe menos del tema que quien escribe.
- Usar los tiempos pasados del modo indicativo, no el presente, ni el futuro, ni tiempos del modo subjuntivo (salvo que lo requiera la coordinación de los tiempos verbales) para todo cuanto concierne al pasado.
- Usar el presente para referirse a lo que dicen los libros o los autores en sus libros, que por estar frente a nosotros, aun dicen lo que dicen.
- No usar la primera persona del singular ni del plural, ya que facilitan la argumentación.
- Evitar las enumeraciones con guiones o equivalentes (como las de esta lista).
- Revisar todo para eliminar las repeticiones y cuidar la ortografía. Buscar en el diccionario todas las palabras de cuya ortografía o significado no se esté seguro.

II. Estructura
1. Equilibrio
- Todo trabajo (monografía, artículo, capítulo de libro, libro) debe tener un título que describa el contenido de la manera más expresiva y más corta posible.
- Todo trabajo debe tener una introducción, un desarrollo (aunque no necesariamente con este título) en dos o más partes, y una conclusión.
- En la introducción se dice lo que se va a decir.
- En el desarrollo se dice lo que se tiene que decir.
- En la conclusión se dice lo que se dijo.
- En la introducción se define el marco conceptual, lo más amplio posible, dentro del que se quiere que el trabajo sea leído. Allí el autor determina con quién está dialogando. - En la introducción se debe plantear una pregunta (con o sin signos de interrogación), que se desarrollará en el cuerpo del trabajo y se contestará en la conclusión. Hay que tener una pregunta antes de comenzar a escribir, pero al terminar trabajo es necesario ajustar la pregunta al contenido real del mismo y a la contestación que da la conclusión.
- Todo trabajo tiene una extensión predeterminada, fijada por los requisitos para presentar una monografía en un curso, una ponencia en un congreso, un artículo a una publicación periódica o un libro a una editorial. Hay que tener presente al comenzar el trabajo cuántas páginas habrá que escribir y cuánto de todo lo que queremos decir dentro del formato predeterminado.
- Se debe cuidar el equilibrio del trabajo y de sus diferentes partes: cada parte tiene que tener una longitud similar a la de sus equivalentes.
- La introducción y la conclusión deben tener una longitud similar, pero juntas no deben tener menos del 10% ni más del 20% de la extensión total del trabajo.

2. Características particulares de cada tipo de trabajo
a) Reseña
El objeto de la reseña es dar cuenta del tema, fuentes, métodos y tesis de un libro, como asimismo la originalidad de su contribución a lo ya conocido sobre el tema.

b) Estado de la cuestión
El objeto del estado de la cuestión es dar cuenta, de manera organizada y sistemática, de lo que se ha escrito sobre un tema. En este caso el tema, no los libros, está en primer lugar. Libros, artículos y otras contribuciones se mencionan sólo en relación con el tema y subtema tratados. Pueden señalarse aspectos que el material comentado no trata.

c) Proyecto de investigación
A partir del estado de los conocimientos sobre un tema, debe mostrarse que existen interrogantes que vale la pena contestar, que se cuenta con las fuentes y métodos para hacerlo, y que se puede lleva a cabo. Deben mencionarse los resultados esperados, tanto desde un punto de vista material (un libro, algunos capítulos, un artículo), como intelectual (qué respuesta se espera para la pregunta central de la investigación).

d) Monografía
- Comenzar a escribir por donde uno tiene más material o más ganas.
- Concentrarse en la línea argumental: poner todo lo que se necesita para desarrollarla y dejar afuera todo lo que no sea necesario para ella.
- Completar el borrador antes de comenzar el pulido y engarce de las partes.
- Para la estructura, ver el punto anterior (véase supra, sección II.1 Equilibrio)

e) Artículo de revista
Vale todo lo dicho para una monografía, pero además es conveniente mirar la revista a la que se enviará el trabajo. Cada revista tiene requisitos explícitos para la presentación de trabajos, que se pueden obtener de la redacción de la revista o, a menudo, en algún ejemplar de la misma, pero también requisitos implícitos. Por eso, antes de enviar un artículo a una revista, conviene observar qué tipo de artículos publica esa revista y cuál es la estructura y la temática de esos artículos.

e) Tesis de licenciatura, de maestría o de doctorado
Las tesis están compuestas de varias secciones o capítulos, según la extensión requerida de las mismas. Nunca debe perderse de vista el hecho de que las partes, es decir las secciones o capítulos, forman parte de un todo, que es la tesis.
Las tesis, por ese motivo, deben tener una introducción y una conclusión, que sean de la misma extensión aproximada que una sección o un capítulo. La introducción debe plantear una pregunta y la conclusión debe responderla. Las secciones o los capítulos que estén entre ellas deben servir para sostener cuanto se afirme en la conclusión.
Cada sección o capítulo debe tener una introducción que lo ligue con el tema central de la tesis y explique al lector la función que cumple en el desarrollo del mismo. También debe de tener una conclusión que señale el aporte principal del capítulo al desarrollo del tema central. La conclusión de cada capítulo debe de servir para construir la conclusión de la tesis.
Las tesis de doctorado deben ser la base de un libro y las tesis de licenciatura y maestría pueden pensarse como partes de una tesis de doctorado, aun cuando ésta no esté en los planes inmediatos del autor.

III. Formato
1. Tipeo
- Utilizar un solo lado de la hoja (preferentemente tamaño carta o A4), con márgenes mínimos de 2,5 cm. a izquierda y derecha y de 3 cm. arriba y abajo.
- Dejar sangría de cinco espacios al comienzo de cada párrafo.
- En la impresión final debe utilizarse doble interlineado. Aquí se ha tipeado con interlineado sencillo para bajar el costo de fotocopiado o impresión de estas
“Recomendaciones”.
- Usar solamente la redonda (que es ésta), no la bastardilla (también llamada cursiva o itálica), ni la negrita, la MAYÚSCULA, o la VERSALITA.
- Usar la bastardilla para títulos de libros (pero no la Biblia ni los libros que la componen) y nombres de diarios y revistas, ya sea que se mencionen en el texto, en las notas o en la bibliografía. También van en bastardilla los títulos de películas, obras de teatro, composiciones musicales, obras de arte, programas de computación, programas de radio y televisión; los nombres de barcos, de servicios de trenes, ómnibus o vuelos especiales (pero no el nombre de la empresa de transporte) y de satélites y naves espaciales; y las palabras extranjeras (a menos que sean de uso común y se hayan castellanizado).
- Los títulos de artículos y folletos van en redonda, entre comillas.
- Ocasionalmente, pero sólo ocasionalmente, puede utilizarse la bastardilla para enfatizar una palabra
- Usar las comillas (“ ”) solamente para transcripciones textuales o para palabras que se toman de otro contexto, a las que se supone transcripción aunque no se indique la fuente (por ejemplo, dichos populares, refranes, lugares comunes).
- Los años deben darse completos: 1945, no 45, ni ’45; 1895-1896, no 1895-96, ni 1895/96 (excepto en el caso de las cosechas de verano en el hemisferio sur, para las que sí se suele usar esta última forma, o mejor 1895/1896, para indicar que se trata de una cosecha que comienza a fin de un año y termina en los primeros meses del siguiente y no de las cosechas de dos años distintos).
- Las fechas deben expresarse completas: 27 de noviembre de 2003, no 27-11-03 o cualquier otra forma de abreviatura.
- Las páginas debe numerarse.
- Revisar todo el texto constantemente, especialmente antes de entregarlo, para eliminar las faltas de tipeo.
- Revisar muy especialmente los nombres de personas y títulos de libros.

2. Transcripciones
- Evitar las transcripciones textuales.
- Dejar sólo las transcripciones que no puedan parafrasearse sin perder algo de su sentido.
- Las transcripciones van entre comillas (“ ”). La transcripción dentro de una transcripción va entre comillas simples (‘ ’). Los comentarios propios dentro de una transcripción van entre corchetes ([ ]).
- Si el texto transcripto ocupa cinco o más renglones debe ir en caja menor (es decir, con márgenes mayores), letra de cuerpo menor (optativo) y sin comillas.
- Asegurarse de que todas las citas textuales o paráfrasis que se hagan de textos o ideas de otros autores estén acreditadas en nota, cuya llamada estará al final del párrafo donde se encuentren la cita textual o la paráfrasis. Esta acreditación debe hacerse tanto por razones de honestidad intelectual (véase infra, sección V) cuanto para que los lectores tengan acceso a nuestras fuentes y puedan seguir el hilo de nuestros razonamientos. No acreditar a su autor una idea o una cita es plagio. El plagio está penado por la ley y por las regulaciones y costumbres académicas.

3. Notas
- Las notas deben ir al pie de página o al final del trabajo, pero no dentro del texto. En algunas disciplinas (economía, antropología) se suele usar este tipo de notas, pero no en historia. La llamada (el número que va en el texto y se repite en la nota) que indica la existencia de una nota distrae menos al lector.

- Las llamadas de las notas deben ir preferentemente al final de la frase para no obligar al lector a interrumpir la lectura en la mitad de ella.
- Evitar las notas demasiado largas.
- Usar las notas sólo para dar las referencias de las fuentes manuscritas o bibliográficas y para hacer aclaraciones imprescindibles, siempre de la manera más breve que sea posible.
- Si la nota es demasiado larga (más de dos o tres renglones) hay que tratar de incluir su contenido en el texto. Si no se pudiese incluir, hay que considerar la posibilidad de su eliminación.
- No incluir cuadros en las notas, ni cortar el texto de la nota en párrafos.

4. Referencias
- Se entran de modo diferente según vayan en notas o en la bibliografía y según la cantidad de autores, número de edición y otras variables que se detallan a continuación.

IV. Referencias
1. Información que debe incluir la referencia
La referencia completa de una obra incluye el nombre y apellido del autor y el título del artículo o libro. Si es un libro, también el lugar de publicación, la editorial y el año de publicación. Si es un artículo en una revista, el nombre de la revista, año de publicación, volumen, número y páginas (primera y última del artículo).
En el caso de un libro, los datos deben tomarse de la portada (no de la tapa). Si el lugar, la editorial o el año no están mencionados en la portada, pueden buscarse en otras partes del libro(primero en el colofón; luego, en el reverso de portada). En el caso de un artículo, los datos deben tomarse de la información que encabeza el artículo (no del índice de la revista).
La cantidad de volúmenes de un libro va, si es necesario indicarla, después del año.
La serie o colección sólo se indica si es importante para que el lector conozca las características de la obra, en cuyo caso va entre paréntesis, después del año o de la cantidad de volúmenes.


1.1 Nombres
Los nombres deben darse completos, sin iniciales, a menos que el autor firmase con ellas. Por ejemplo:
- Juan Perón, si la portada así lo dice, y no Juan Domingo Perón, como se llamaba. Para mejor identificación puede agregarse entre corchetes el nombre que el autor omitió, pero que uno conoce: Juan [Domingo] Perón.
- María Fernanda Arias, y no M. F. Arias.
- T. E. Lawrence, ya que firmaba así, y no Thomas Edward Lawrence, como se llamaba.
- Enrique M. Barba, como firmaba, y no Enrique Mariano Barba o Enrique Barba.

En nota se entra nombre y apellido:
- Juan Perón
- María Fernanda Arias
- Mario Hernández Sánchez Barba

En la bibliografía se entra apellido y nombre:
- Perón, Juan
- Arias, María Fernanda
- Hernández Sánchez Barba, Mario

Para la alfabetización de nombre extranjeros deben seguirse las reglas de los idiomas respectivos. Los nombres en inglés y portugués, por ejemplo, se alfabetizan por el último apellido:
- Abreu, Claudio de Paiva
- Kennedy, John Fitzgerald

En otros idiomas los apellidos compuestos se indican con guión y entonces se deben alfabetizar por el primero de los unidos por guiones:
- Kröller-Müller, Helene Emma Laura Jullane.
- Burne-Jones, Edward Coley, Sir

En la bibliografía y en las notas no se deben usar guiones antecediendo a los apellidos. Aquí se lo ha hecho para distinguirlos mejor.


1.2 Títulos
Los títulos de libros y nombres de revistas van en bastardilla (también llamada cursiva o itálica), o si, no se tiene bastardilla, subrayados. Los títulos de artículos, capítulos de libros y folletos van entre comillas. Los títulos de libros y artículos en inglés suelen darse en las publicaciones en ese idioma usando mayúsculas para todas las palabras. La Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, sin embargo, no usa más que las mayúsculas necesarias (comienzo del título, nombres propios) en las entradas de los libros en inglés que están en su catálogo, como es la práctica en castellano.

1.3 Otra información
Entre el título y el resto de la referencia debe ubicarse la información concerniente a:
1) número de edición (pero no si es la primera); 2) nombre del traductor; 3) nombre del autor
del prólogo; y 4) nombre del autor de las notas.

1.4 Lugar de publicación
El lugar de publicación no debe abreviarse: Buenos Aires, no Bs. As.; Córdoba, no Cba. Cuando puede dar lugar a confusión debe agregarse otra información útil para la identificación del lugar: Por ejemplo: Stanford, California; Santiago (Chile). Si no hay mención de lugar de publicación, debe mencionarse s.l. (sin lugar).

1.5 Editorial
Al mencionar la editorial, las palabras editorial, ediciones, libros, publicaciones o similares, pueden omitirse, siempre que su omisión no dé lugar a confusiones. Es mejor entrar Ediciones B, que solamente B; o Editorial de la Campana, que de la Campana. Los nombres de las editoriales no deben abreviarse. Sólo se entran siglas, si el nombre de la editorial lo es. Por ejemplo: Eudeba, pero no FCE por Fondo de Cultura Económica.
Si no hay mención de editorial, debe mencionarse s.e. (sin editorial).

1.6 Año
Debe consignarse el año de publicación que figura en la portada. Si no figura allí, suele estar en el reverso de portada (con la indicación del copyright, o derechos de autor) o en el colofón (al final del libro). El año debe darse completo y en números arábigos: 1999, no 99; 1975 y no MCMLXXV, aun cuando en la portada se dé en números romanos. Si no hay mención de año, debe indicarse s.f. (sin fecha).


2. Dudas acerca de cómo catalogar un libro
Hay obras cuya catalogación es difícil. Abajo, en el punto 3, se dan ejemplos de los casos más frecuentes. Ante cualquier duda que no se pueda resolver mediante esos ejemplos, consultar alguno de los catálogos en línea de libre acceso de las bibliotecas norteamericanas, que poseen grandes colecciones de libros en castellano. Estas bibliotecas tuvieron el problema antes que uno y de algún modo lo resolvieron. Las direcciones pueden cambiar, pero las últimas veces que entré eran las siguientes:
- Library of Congress: catalog.loc.gov
- Harvard University: lib.harvard.edu
- University of Illinois at Urbana-Champaign: pac.ilcso.uiuc.edu
- Yale University: www.library.yale.edu

3. Ejemplos de entradas de libros y artículos en la bibliografía
Los ejemplos que se dan aquí siguen las normas de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos (Library of Congress), que tiene la misma autoridad sobre esta materia que la del diccionario de la Real Academia sobre el uso de nuestra lengua, tanto en la puntuación entre los términos (autor, título, lugar de edición, editorial y año) como respecto de la capitalización de las palabras (es decir, el uso de las mayúsculas).

1. Libros de un autor
Anzorena, Oscar. JP: Historia de la Juventud Peronista, 1955-1988. Buenos Aires: Cordón, 1989.
Notar que después del nombre del autor y antes del título va punto o dos puntos; después del título y antes del lugar, va punto; que entre el lugar y la editorial, dos puntos o coma; y entre la editorial y el año, coma; entre el año y la cantidad de volúmenes, coma.

2. Libros de dos autores
Anguita, Eduardo, y Martín Caparrós. La voluntad. Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina, 1966-1973. Buenos Aires: Norma, 1997.

3. Libros de tres o más autores
Dussel, Inés; Silvia Finocchio y Silvia Gojman. Haciendo memoria en el país de nunca más. Buenos Aires: Eudeba, 1997.

4. Libros en varios volúmenes
Pontoriero, Gustavo. Sacerdotes para el Tercer Mundo: 'el fermento en la masa" (1967- 1976). 2 v. Buenos Aires: CEAL, 1991.
5. Libros que tienen más de una edición
a) se cita la edición que se utilizó:
Mattini, Luis. Hombres y mujeres del PRT-ERP. 2a ed. La Plata: Editorial de la Campana,
1995.
b) si no se la utilizó, pero se quiere indicar otra edición
Mattini, Luis. Hombres y mujeres del PRT-ERP. 2a ed. La Plata: Editorial de la Campana,
1995 [1a. ed. 1990].

6. Libros traducidos
Gillespie, Richard. Soldados de Perón: Los Montoneros. Trad. Antoni Pigrau. Rev. Marta y Enrique Torn. 4ª imp. Buenos Aires: Grijalbo, 1997.

7. Libros en otro idioma
Tamarin, David. The Argentine labour movement, 1930-1945. Albuquerque: University of New Mexico Press, 1985.
En muchas revistas y en muchos libros de lengua inglesa se capitalizan todas las palabras del título de los artículo y libros. La Library of Congress, sin embargo, no sigue esa práctica y sólo capitaliza las palabras que en esa lengua (o en otras) lo requieren. Tal es el caso del adjetivo “Argentine” en el título de este libro.

8. Libros compilados
Amaral, Samuel, y Mariano Ben Plotkin, comp. Perón del exilio al poder. San Martín: Cántaro, 1993.

9. Capítulos en libros compilados
Arias, María Fernanda, y Raúl García Heras, “Carisma disperso y rebelión: los partidos neoperonistas”, en Amaral y Plotkin (1993), 95-125.

10. Libros anónimos
El regreso de Perón. Buenos Aires: Síntesis, 1958.
Para ubicar esta entrada en la bibliografía no se considera el artículo “El”.

11. Libros institucionales
Argentina. Congreso de la Nación. Diario de sesiones de la Cámara de Diputados. Buenos Aires: Imprenta del Congreso, 1985, vol. 51.
 
12. Artículos
Gillespie, Richard. “A critique of the urban guerrilla: Argentina, Uruguay, Brazil”, Conflict Quarterly, 1980, vol. 1, Nº 2, pp. 39-53.

13. Entrevista inédita
Daleo, Graciela. Entrevista del autor, Buenos Aires, 29 de mayo de 1998a.

14. Material inédito
Daleo, Graciela. “Mis memorias” (ms.). Buenos Aires, 1998b.
Sólo se debe utilizar material inédito cuando resulta imprescindible, ya que es material al que no puede tener acceso el lector. En caso de que deba citarse por razones de honestidad intelectual se debe indicar entre paréntesis (ms), es decir, manuscrito. No se debe usar la palabra “mimeo” para manuscritos o para trabajos de circulación restringida sino cuando están impresos a mimeógrafo (algo que hace mucho que no ocurre, pero que era habitual hasta los años sesenta para las ponencias de congresos, panfletos y otro material temporario).

15. Material tomado de Internet
Documento N° 1, “La página no oficial del MLN Tupamaros”, en www.tupas.com, 10 de noviembre de 1999.

16. Ponencias en congresos
a) si la ponencia está publicada en un volumen impreso sobre papel
Zorraquín Becú, Ricardo. “La intervención del cabildo de Buenos Aires en la vida política nacional (1810-1821)”, en VI Congreso Internacional de Historia de América, Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 1982, tomo V, pp. 345-383.
En esta entrada debe notarse lo siguiente: 1) el volumen no tiene autor, por lo tanto se entra solamente el título; 2) la Academia Nacional de la Historia es la editorial, no la autora; y 3) se menciona el año de publicación del tomo (1982), no el de realización del congreso (1980).

b) si la ponencia no está en un volumen, sino en actas de congreso publicadas en forma de volumen sobre papel
Amaral, Samuel. “La financiación del gasto público en la hacienda colonial: un análisis de las cuentas de la Caja Real de Buenos Aires, 1789-1791”, Anales de la Asociación Argentina de Economía Política, 1982, vol. 17, t. 1, pp. 15-34.
En este caso, como en el siguiente, es mejor abstenerse de utilizarlo, ya que esas publicaciones no son definitivas y posiblemente los autores las modifiquen antes de publicarlas en revistas académicas o libros, si es que lo hacen. Es decir, todo aquello que no está publicado en revista o libro simplemente no existe. Ocasionalmente, muy ocasionalmente, puede resultar necesario mencionar una ponencia porque de ella se sacó alguna idea o información y no fue publicada en revista o libro. Sólo en ese caso hay que citarla y en tal caso se lo debe hacer como está aquí. La regla general, no obstante, es que estos materiales no deben ser citados, ya sea que lo pida expresamente el autor o no.

c) si la ponencia no está en un volumen, sino en hojas sueltas
Amaral, Samuel. “El Banco Nacional y las finanzas de Buenos Aires: el crédito oficial, la regulación de la emisión y la restricción del crédito comercial”, III Jornadas de Historia Económica Argentina, Neuquén, Universidad del Comahue, 1981.
Para esta caso vale lo mismo que se ha dicho para el anterior.

4. Ejemplos de entradas de libros y artículos en las notas (a pie de página o al final del
trabajo)
1. Libros, capítulos de libros o artículos
a) cuando hay un sólo título por autor y año
Anzorena (1989), 35.
Gillespie (1980), 41-43.
Manna (1993), 129, 131-133, 145.
El número entre paréntesis es el del año de edición del libro o de la revista. El número que no está entre paréntesis corresponde a la página o páginas a las que se hace referencia en el texto. Entre el autor y el año (entre paréntesis) no va coma, pero sí entre el año y la página. Las páginas puede indicarse sólo con el número o atendiendo al número con la abreviatura p. , si es una página, o pp., si son varias. Los números de las páginas deben darse completos: 153-154, no 153-54 ó 153-4.

b) Cuando hay más de un título por año de un autor
Arias y García Heras (1993b), 99.
Debe agregarse a, b, c, etc. a cada uno de los distintos artículos o libros, a continuación del año, y esas letras deben coincidir con la asignada a ese título en la bibliografía, también a continuación del año.

c) Cuando los autores son dos
Arias y García Heras (1993), 99, 101-103.

d) Cuando los autores son más de dos
Dussel (1997), 35.
2. Diarios y revistas no académicas
La Nación, 29 de mayo de 1967, p. 15.
Primera Plana, 21 de diciembre de 1965, Nº 115, p. 35.

3. Entrevista inédita (si la referencia completa está en la bibliografía).
Daleo (1998a).

4. Material inédito (si la referencia completa está en la bibliografía)
Daleo (1998b).

5. Cuando se cita el mismo libro, artículo, manuscrito o entrevista de la nota anterior
a) cuando es la misma página o páginas: ibidem (o ibid.)
b) cuando es otra página o páginas: idem, p. 55 (o id., p. 55).

6. Cuando es una cita de una cita
Se da la referencia de la cita original, según corresponda, y se dice de dónde ha sido tomada, dándose esta segunda referencia, según corresponda. Por ejemplo: Perón (1974), p. 55, en Amaral (1993), p. 45.
Si el libro donde está la cita original se cita por única vez en el trabajo, puede darse la referencia completa en la misma nota. Por ejemplo:
Juan Domingo Perón, La fuerza es el derecho de las bestias. Buenos Aires: Reconstrucción, 1974, p. 55, en Amaral (1993), p. 45.

V. Honestidad intelectual
Todo trabajo escrito debe ser fruto del esfuerzo propio. Cuanto tomemos de otros (ideas, transcripciones) debe serles acreditado en el texto usando comillas y dando la referencia en las notas (o sólo lo segundo, si se tratase de una paráfrasis).
El plagio (la transcripción literal de un texto escrito por otra persona sin acreditar su origen) está penado por la ley. Esta admite transcripciones de hasta mil palabras (siempre acreditando el origen). No condena, sin embargo, tomar la estructura de un trabajo como inspiración para la del propio. Aún así, si esa estructura de inspiración ajena fuese distinta de lo común en nuestra disciplina, es mejor darle crédito a quien corresponda en una nota al pie.
La honestidad intelectual tiene la gratificación personal por el esfuerzo realizado y la de nuestros lectores por permitirles expandir el horizonte de sus propias búsquedas.

Bibliografía

La bibliografía sobre todos estos temas es muy abundante y debe consultarse para resolver problemas no tratados en estas páginas. Las recomendaciones que anteceden han sido tomadas de los siguientes libros:

Becker, Howard S. Tricks of the trade. How to think about your research while you’re doing it. Chicago: University of Chicago Press, 1998.
Becker, Howard S. Writing for social scientists. How to start and finish your thesis, book, or articles. Chicago: University of Chicago Press, 1986.
Bon, Stella Maria. Metodología de estudio. Buenos Aires: Albatros, 1981.
Chicago manual of style... for authors, editors, and copywriters. 13ª ed. Chicago: University of Chicago Press, 1982 (hay ediciones posteriores).
Eco, Umberto. Cómo se hace una tesis. Barcelona, Gedisa, 1982.
Levy, Mark. Escritura y creatividad. Barcelona: Paidós, 2001.
Serafini, María Teresa. Cómo se escribe. Barcelona: Paidós, 1996.
Strunk, William, y E. B. White. The elements of style. 3a. ed. New York: Macmillan, 1979.
Turabian, Kate L. A manual for writers of term papers, theses, and dissertations. 5a. ed.
Chicago: University of Chicago Press, 1987.
Zubizarreta, Armando F. La aventura del trabajo intelectual. Cómo estudiar e investigar.
México: Addison Wesley Longman, 1998.



Diario La Nación. Francisco Seminario


Domingo 19 de abril de 2009 | Publicado en edición impresa
Sociedad

El malestar de una sociedad fragmentada

Concebido como una solución al problema de la inseguridad, el muro que se intentó levantar en la frontera entre San Isidro y San Fernando, en el norte del Conurbano, puso en evidencia las divisiones y los prejuicios de una sociedad acorralada entre el drama de la violencia y la impotencia de un Estado que no acierta a encontrar respuestas a sus demandas
Francisco Seminario
 
LA NACION
 
Políticas de integración


Del muro casi no quedan rastros. Apenas unos agujeros mal tapados en el pavimento. Desaparecieron los postes de metal y volaron los bloques de concreto, derribados a golpes de maza. A plena luz del día, el intenso ir y venir de autos, camiones y camionetas 4x4, combinado con el deambular desordenado de familias, adolescentes y trabajadores, hace difícil imaginar que alguien pudiera haber concebido la idea de levantar allí un muro divisorio.
Medianera social, muro de la vergüenza, muralla racista, muro de la discordia o de la infamia... Los nombres con que fue llamada la pared que se intentó levantar días atrás sobre la avenida Uruguay, en la frontera entre San Isidro y San Fernando, respondieron a un rechazo generalizado de los medios y la clase política en general a lo que se percibió como una frontera estigmatizante entre dos mundos profundamente desiguales. Es decir, expresaron el rechazo a la noción implícita de una sociedad fragmentada, de desigualdades crecientes y divisiones cada vez mayores entre los incluidos y excluidos de la trama social; de retroceso del espacio público y avance de los espacios vedados a la libre circulación, al encuentro y el intercambio; una sociedad de rejas, alarmas, paredones y, más allá, una tierra de nadie.
Se rechazó también la idea de que no puedan convivir, relacionarse y buscar soluciones comunes y solidarias a los problemas compartidos los vecinos de dos barrios que, sin duda, tienen marcadas diferencias: de un lado, Villa Jardín, barrio de casitas humildes que, calle adentro, se vuelve villa: quince manzanas abigarradas, atravesadas -como buena parte del conurbano bonaerense- por la marginalidad, la droga y el desempleo, postal típica de la precariedad en un partido donde la pobreza supera el 40 por ciento. Del otro, algunas cuadras barranca arriba, La Horqueta, sector residencial y exclusivo de San Isidro, uno de los barrios más opulentos de Zona Norte pero aquejado por un problema también típicamente tercermundista y muy real: la inseguridad, un flagelo compartido por todos en realidad, pero frente a cuyos costos los más pobres son también los más desprotegidos.
El abismo económico entre un lado y el otro refleja algunas de las disparidades más dramáticas en un país en el que, según estudios privados -el Indec dejó de ofrecer indicadores de distribución del ingreso en 2007-, el ingreso familiar medio de los más ricos es unas 27 veces mayor al de los más pobres.
¿Caso de manual de discriminación social, entonces? Esa es una de las lecturas posibles, la más evidente. Y tiene algún asidero: un estudio realizado por el Inadi en todo el país entre diciembre de 2006 y julio de 2008 muestra a la argentina como una sociedad altamente discriminadora. Un porcentaje elevado, según la encuesta -casi el 70 por ciento- "se caracteriza por tener pensamientos o practicar acciones discriminatorios". Y el grupo más discriminado (con el 60 por ciento de las opiniones) es el de los pobres. De allí a asociar la pobreza con el delito y, acto seguido, reclamar o apoyar la construcción de un muro divisorio, no hay más que un paso. Juan Carr, fundador de la Red Solidaria, definió ese paso como "el acto de sinceramiento brutal de los sectores menos moderados de decir ?no quiero estar junto a ellos´". Y en este mismo sentido agregó: "La del muro es una imagen tan violenta como la de un adolescente con un arma, y hay que preguntarse quién ejerce la violencia en este caso".
De manera similar opinó Orlando D´Adamo, experto en comunicación política y director del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano. "La decisión de separar a vecinos de una misma provincia, solo divididos por una circunscripción vecinal, parece partir de la premisa de que quienes viven en San Fernando, o bien son todos delincuentes, o merecen convivir con ellos. Y la conclusión es que son ciudadanos de una categoría diferente y sin duda inferior", señaló.
"El mensaje que se da a la población -agregó D´Adamo-, tanto en su contenido de discriminación como desde el punto de vista de la gestión de gobierno, no puede ser peor: frente al problema de la complejidad de la inseguridad, la "solución" es gastar dinero para levantar una pared... Casi como esconder la basura bajo la alfombra, o pensar, apelando a los mecanismos psicológicos más primitivos, que lo que se oculta se soluciona mágicamente."
Desde un punto de vista sociológico, para Maristella Svampa, investigadora del Conicet y autora de varios libros (entre ellos La sociedad excluyente: la Argentina bajo el signo del neoliberalismo) ,quedó en evidencia que la nuestra "es una sociedad que naturaliza y refuerza cada vez más las desigualdades y las distancias sociales, y que está lejos de pensar en términos de propuestas o soluciones colectivas, globales, integrales, que involucren al conjunto de la sociedad".
Cuando se impone este tipo de comportamiento social, el resultado, según opinó monseñor Rubén Frassia, obispo de Avellaneda, "es la cristalización del problema en una visión de nosotros contra ellos, siguiendo la lógica binaria que imponen las murallas. Y esto equivale a simplificar un problema que sin duda es mucho más profundo".
Pero parece haber un agravante aquí desde el momento en que ese comportamiento es reflejado también por el Estado, actor central en el diálogo social y la definición de políticas que contribuyan a la integración. Cuando por incapacidad o impotencia el Estado renuncia a estas funciones, lo que puede esperarse es la profundización de la fractura social. Lo que a su vez refuerza las fronteras simbólicas entre incluidos y excluidos, porque se perpetúa un estado de cosas.
"Es posible, y de hecho ocurre, que un grupo de particulares se amurallen, que elijan el autoencierro en countries o barrios privados. Eso se puede entender aunque no se lo comparta. Pero acá es el Estado el que decide amurallar, y el Estado tiene otro valor sociológico, un valor muy fuerte", observó Carr, quien sin embargo rescató como hecho positivo la admisión del error por parte de una dirigencia que "finalmente -dijo- escuchó a la gente y dio marcha atrás con la iniciativa".

La lógica del muro

El intendente de San Isidro, Gustavo Posse, afirma que no concibió el muro como una frontera social ni como un mensaje de impotencia administrativa. Estos sentidos surgieron en el calor del debate que provocó la polémica medida, entendida como una metáfora del poder de los prejuicios y del fracaso de las políticas de integración social. Porque aunque la intención haya sido otra, vinculada a demandas atendibles de lucha contra el crimen y la delincuencia, una muralla levantada en medio de una comunidad, además de inútil según los especialistas en seguridad, es símbolo de incomunicación y de supresión figurada de quien quedó del otro lado.
Nada nuevo bajo el sol, en realidad. Estos mismos símbolos cobraron valor en la Berlín dividida en plena Guerra Fría y lo cobran ahora en lugares como Cisjordania, Melilla, Belfast, las favelas de Río de Janeiro y la frontera entre Estados Unidos y México, entre otros. Como señaló el filósofo Santiago Kovadloff, "allí donde hay un muro hay a la vez derecho e impotencia, monólogo y ausencia de debate. Y nuestro muro se inscribe en esta misma línea significativa: hay un derecho a encontrar una solución equitativa socialmente y hay impotencia para hacer valer los recursos de la política y alguna idea de política de Estado".
Tampoco en la Argentina es nueva la lógica de los muros y los alambrados: a partir de las soluciones individuales o sectoriales se fue forjando en el país lo que Svampa, una de las investigadoras que más ha trabajado el tema de la fragmentación social, llama "una comunidad del miedo", que viene de la mano de una "lógica de enclave". Es decir, "la defensa del pequeño territorio, de la isla en sí misma, separada o segregada del resto del espacio social". Ejemplo de esto son los countries y barrios privados que desde los 90 se han convertido en un fenómeno extraordinario de ocupación del espacio urbano.
Lo novedoso ahora, señala Svampa, es que "en nombre de un paradigma del control y de la seguridad, los muros intentan levantarse y avanzar sobre el espacio público". De esta manera, agregó, "en un contexto en el que la problemática de la inseguridad parece desplazar a la de la exclusión, la lógica del enclave pretende ser generalizada como dispositivo de relación entre los sectores favorecidos y los excluidos, sobre todo en aquellas zonas o fronteras en donde el contraste entre riqueza y pobreza es mayor".
Pero, ¿no asistimos acaso a un cambio de modelo de Estado, opuesto en casi todos los terrenos al que se impuso en la Argentina de los 90? Según Svampa, en algunos ámbitos efectivamente el Estado ha buscado retomar su capacidad de regulación, "pero tanto en el ámbito de la seguridad como en el de la defensa del patrimonio público, como es el caso de los recursos naturales, hay una continuidad inquietante". Esto es así porque, agregó, el Gobierno tiene en mente un modelo mixto, público-privado, que marca la continuidad de los moldes de dominación de los 90 en el sentido en que la imbricación entre lo privado y lo público desembocó en una colonización y vaciamiento de lo público". Algunos investigadores, añadió, lo llaman el "Estado ventrílocuo, en el que lo privado habla a través de lo público".
¿Es posible salir de este laberinto? ¿Hay alguna receta para imaginar una sociedad sin muros ni exclusión y en la que al mismo tiempo sean atendidas las demandas de más seguridad? Según Juan Llach, economista y sociólogo, si bien el de los muros es un fenómeno generalizado en el mundo y no exclusivo de los países en desarrollo, "esto no debe ser una excusa para no luchar denodadamente contra el flagelo de la segregación social, el principal desafío al que debe darse respuesta". El camino para derribar los muros pasa, a su juicio, por "promover y darles posibilidades de integración a los que más lo necesitan, con mejores políticas asistenciales y sin clientelismo, con empleo y formación, posibilidades educativas, de vivienda, de salud y de distribución del ingreso". Y al mismo tiempo, añadió, se deben mejorar las políticas de seguridad, que a todas luces están fracasando. "Incluyo en esto la cuestión del narcotráfico, que motoriza buena parte de la inseguridad que vivimos".
Si la tragedia de Valentín Alsina, esta semana, fue un recordatorio más de que la criminalidad afecta a todos, sin distinciones de ningún tipo, una política de muros, vallas y barreras no sólo representa un ideal mezquino de país, sino que además no parece tener mucho sentido. Como dijo Adelia Ramírez, empleada doméstica que vive en Villa Jardín y trabaja en La Horqueta, la del muro "fue una idea absurda, con la que no se soluciona nada".


Nota completa en http://www.lanacion.com.ar/1119732-el-malestar-de-una-sociedad-fragmentada

Luis Pazos


“La invasión silenciosa”, por Luis Pazos.
Revista La primera de la semana, Nº 3,
4 de abril de 2000, pp. 6-10 (fragmento).

“Llegaron para quedarse. Los extranjeros ilegales que invaden en silencio
la Argentina ya son más de 2 millones. A diferencia de la inmigración
que soñaron Sarmiento y Alberdi, no vienen de las capitales
de Europa. Llegaron de Bolivia, Perú, Paraguay. [...]
Los ilegales viven en pensiones y hoteles miserables de Constitución
y Once, en villas miserias y en las 10.000 casas tomadas que hay
en Buenos Aires [...]. Para ellos, el infierno es el paraíso [...].
A las 2 de la mañana comienzan a formar una fila que a las 6 es un
río de hombres y mujeres de todas las edades. Es el momento exacto
en que obtienen un turno para ser atendidos en hospitales públicos
como el Piñero, el Argerich o la maternidad Sardá. Después de ser
atendidos sin tener que pagar un peso muchos de ellos vuelven a sus
casas en Buenos Aires [...].
En las caras aindiadas de los que continúan en la cola no hay dolor,
ni pena ni enojo. Las que están enojadas son las mamás argentinas.
A las 7 de la mañana, cuando comienza la atención a los pacientes,
para muchas de ellas no hay turnos. Esta, sin embargo, no es la queja
mayor. Todas coinciden en que ‘cuando venimos a buscar leche para
nuestros hijos las bolivianas, que llegan muy temprano, ya se llevaron
de dos a tres litros y nosotros tenemos que volver al día siguiente’
[...].
Para un inmigrante de los países limítrofes, la policía es el diablo.
La aparición de un patrullero en el Bajo Flores o en el Abasto los hace
entrar en pánico. El motivo es obvio: no tienen documentos.”